Un equipo de arqueólogos alemanes han descubierto bajo los árboles de la selva amazónica once asentamientos de la cultura Casarabe totalmente desconocidos, entre ellos dos importantes urbes rodeadas de campos y canalizaciones.
Hace 20 años Heiko Prümers y su alumna Carla Jaimes Betancourt descubrieron una antigua civilización amazónica en las Llanuras de Mojos, una zona propensa a las inundaciones de la selva amazónica. Año tras año los especialistas del Instituto Alemán y la Universidad de Bonn han ido desenterrando los restos de esta cultura fechada entre los años 500 y 1400. Sin embargo con la llegada del LIDAR, una tecnología relativamente nueva, se están acelerando los hallazgos en la zona.
El LIDAR es un moderno escáner láser que permite elaborar desde el aire un mapa en relieve de cualquier terreno eliminando la vegetación, algo inestimable en la tupida selva amazónica. Tras un par de campañas de mapeado Heiko y su equipo han logrado cubrir 200 kilómetros cuadrados con láser, sacando a la luz dos ciudades y nueve centros de menor envergadura.
UNA CIVILIZACIÓN PRECOLOMBINA BAJO LA SELVA
El nuevo mapa 3D de la zona ocupada por los casarabe revela un complejo entramado con una extensa red de carreteras y canalizaciones. Al ser una llanura fácilmente inundable en la época de lluvias torrenciales este pueblo levantó miles de terrazas artificiales con tierra para mantener a salvo sus construcciones.
Pirámides de hasta 22 metros servían de centro de culto en los núcleos urbanos, de los que partían una serie de carreteras elevadas que conectaban con las ciudades y los pueblos de alrededor. Gracias al LIDAR ha sido posible descubrir que cada población estaba rodeada por una serie de murallas concéntricas de tierra que dibujaban un patrón poligonal, encerrando entre ellas los campos de cultivo.
Los pueblos de la cultura Casarabe ocupan entre 2 y 6 hectáreas, rodeadas por un hinterland cerrado de terreno cultivable que llegaba a alcanzar las 41 hectáreas de extensión. A su alrededor se han descubierto muchas terrazas aisladas y sin conexión con ningún asentamiento, que podrían ser agrupaciones de casas, pequeños templos o incluso terrazas para albergar campamentos temporales en época de cosecha.
DOS GRANDES CIUDADES
Pero son los dos grandes núcleos de Landívar y Cotoca los que más han llamado la atención de los arqueólogos. Con una superficie de más de un kilómetro de diámetro estas urbes eran los centros administrativos alrededor de los que se articulaba la zona. En su interior se han encontrado grandes plazas ceremoniales rodeadas por pirámides y estructuras de piedra con forma de U levantadas en la cima de montículos de tierra.
Cotoca es la población más grande de esta cultura descubierta hasta el momento, con una extensa área de 315 hectáreas de campos, alimentados en la estación seca por canales y cisternas que traían el agua de lugares tan lejanos como la laguna de San José a siete kilómetros de distancia.
Los resultados de esta investigación pueden consultarse en el número de junio de la revista Nature. Y si bien la función de todas estas estructuras recién descubiertas es un misterio, las campañas de excavación que el Instituto emprenderá en el futuro con la colaboración de las Universidades de Bonn y Exeter permitirán comprender un poco más una cultura desaparecida durante siglos.